Talares Bonaerenses
Crónica de un Bosque Olvidado
Por Eduardo Haene
y Juan Carlos Chebez.
La región más poblada de la Argentina tenía una formación boscosa silvestre, siglos de convivencia con el hombre casi la han diezmado. Analizando los relictos presentes en los alrededores de Buenos Aires podremos empezar a descifrar la importancia conservacionista de estos bosques.
Aunque cuando pensamos en la Pampa imaginamos una extensa planicie cubierta de hierbas y sin árboles, es bueno recordar que existe una particular excepción en el nordeste y este de la provincia de Buenos Aires. Son los montes conocidos como “talares”pues abunda el tala (Celtis tala), un árbol que aparece junto a otras especies leñosas sobre barrancas y lomadas pronunciadas, formando un bosque achaparrado.
Los talares se hallan no sólo en la región más poblada de la Argentina, sino también en los sitios preferidos para asentamientos humanos. Ya podemos empezar a vislumbrar entonces cual habrá sido el efecto de estas circunstancias sobre su conservación.
Habla el Algarrobo
Para empezar, analicemos lo sucedido con los algarrobos. Son árboles característicos de la unidad fitogeográfica a la cual pertenece el talar: el Espinal, una continuación natural de los bosques chaqueños, con menos especies arbóreas, que rodea al pastizal pampeano en amplio círculo periférico. Al norte bonaerense llegaba el algarrobo blanco (Prosopis alba). Dueño de una madera muy resistente y apreciada, fue una de las especies taladas con preferencia en estos bosquecillos. Lucien Hauman, botánico belga que desplegó una fructífera actividad docente y científica en la argentina, ya nos decía en 1923 que “todo ha sido destruido, entre Buenos Aires y Tigre, queda un solo punto donde sobrevive un algarrobo, algunos chañares (Geoffroea decorticans) y otras especies interesantes: es la antigua quinta de Pueyrredón, en San Isidro. La actual propietaria cuida religiosamente estos restos del pasado, pero su protección definitiva resultará probablemente imposible, en razón del alto precio de tales terrenos, tan baratos hace veinte años, pero donde van construyéndose hoy lujosos castillos rodeados de jardines de moda”.
El ejemplar al que hace referencia Hauman, es un algarrobo centenario que hasta el día de hoy es una de las atracciones del museo conocido como “Quinta de Pueyrredón”. Incluso la escritora Victoria Ocampo, frecuentó esta casa desde su niñez, nos ha dejado una pintoresca obra de teatro titulada “Habla de Algarrobo”. Así, este testigo viviente de la historia de la familia, nos relata lo sucedido allí, con la colaboración de aguaribay (Schinus molle) vecino a la casa, que pudo escuchar por lo tanto jugosas conversaciones de adentro.
La devastación
Si bien este angosto bosque ha pasado inadvertido para la mayoría de los actuales habitantes de la región, quien se interese por las viejas crónicas de viajeros encontrará muchas referencias. Por ejemplo la cita de “bosques” al norte del Cabo Corrientes, cerca de Mar del Plata, en el año 1741, o a la mención de extensos talares en 1773 en los terrenos de la ahora ciudad de Buenos Aires.
Incluso no hay que remontarse a la historia para buscar rastros de la existencia de talares, basta nomás repasar la toponimia de esta zona: Monte Hermoso, Monte Chingolo, San Miguel del Monte o simplemente Monte, Monte Veloz, Los Talas, El Talar de Pacheco, entre otros; nombres que inmortalizan la naturaleza original de cada uno de estos lugares.
Pero si retomamos el rumbo de los antiguos cronistas, el de colonos pioneros o el de los investigadores de las primeras décadas de este siglo, veremos cual ha sido el resultado de tan antigua instalación humana.
Uno de los casos más conocidos, y tal vez más dramáticos, es el de los Talas, localidad vecina a la Plata. Por su ubicación, el talar original que existió allí resultaba una atracción natural para los investigadores platenses.
Carlos Bruch, por ejemplo, estudió en este lugar las cuevas de los tuco-tucos, roedores de vida subterránea. Además, junto a su amigo Spegazzini obtuvo en las primeras excursiones a este talar, en las últimas décadas del siglo pasado, los ejemplares que el investigador inglés Oldfield Thomas utilizó para crear una especie nueva para la ciencia; Ctenomys talarum”. Motivaron, de esta forma, que la “Localidad Típica” o de referencia inicial para esta especie sea Los Talas.
Al publicar en 1937 sus observaciones sobre las cuevas de estos roedores, muchos años después de haberlas realizado, Bruch nos brinda el siguiente panorama: “Por el agotamiento de los bañados y el aprovechamiento de las tierras que se extienden desde Los Talas hasta la altura del Dique La Plata, esta región, ha perdido rápidamente el sello característico de su flora y fauna local indígena. Con la extensión de las quintas y de las tierras cultivadas , se ha desalojado de los Talas también al tuco-tuco. Enmudecieron sus voces subterráneas y, cuando visité aquellos sitios, apenas veintena de años después y no los hallé (…) Extinciones semejantes, a veces en escala sorprendente, hemos observado también con otros representantes de nuestra fauna local y (…) debemos recordar al naturalista que en muchos casos, la desaparición se ha producido también antes que la vida, costumbres y otros detalles de nuestros animales hayan sido debidamente estudiados”.
Restaría comentar que en la década del 60, se realizaron estudios genéticos y de otro tipo sobre el género de los tuco-tuco (Ctenomys), revisándose y confrontando las especies creadas anteriormente. Para ello, necesitan obtener ejemplares de las localidades típicas respectivas. Confirmando lo expuesto por Bruch, este trabajo comprobó “que en Los Talas” no existen actualmente tuco-tucos.
Las poblaciones de Ctenomys talarum comienzan actualmente a la altura de Magdalena…”, varias decenas de kilómetros al sur”.
En otros casos no se ha destruido por completo el talar original.
Los que hallamos actualmente en las cercanías de las grandes ciudades y el conurbano bonaerense, son apenas retazos de los bosques originales. Han quedado aislados testimonios de este proceso, como es el caso relatado por José A. Pereyra, observador de aves y buen conocedor de la región, quien escribe en la década del 30: “…he visto en las barrancas del río Luján, en Escobar, lo que es la destrucción de la naturaleza nativa en la antigua estancia “El Cazador”, donde había un hermoso talar que podía haber sido dejado como cobertura natural, arrasarlo para convertir en carbón a sus árboles..” Si no contáramos con este tipo de referencias, se haría difícil valor correctamente los relictos que podemos observar en este lugar si los visitamos en la actualidad.
LA ESTRATÉGIA
Resulta de gran importancia en este sentido, el estudio de los talares bonaerenses que publicó Lorenzo R. Parodi en 1940. Allí vuelca la información dispersa y los resultados de numerosos viajes por la región como botánico y docente. Pero este trabajo encierra también un llamado de atención para todos los conservacionistas. Deja expresa constancia de su preocupación por el futuro de esta castigada formación vegetal y la necesidad de ampararla al menos en pequeñas reservas de 40 ó 50 hectáreas.
Lo dicho por Parodi hace más de cincuenta años es en sí la clave de la estrategia conservacionistas con más chances de éxito en la actualidad. Debemos tener en cuenta que los talares se encuentran en cientos de propiedades privadas y que naturalmente han funcionado como un delgado corredor extendido en el norte bonaerense, casi continuo, sobre las antiguas barrancas ribereñas y en el este en manchones aislados a través de cientos de lomadas con isletas de talar. Entonces una formación boscosa como esta sería imaginable conservarla dentro de un rosario de reservas, como vislumbrada Parodi. Un sistema de áreas naturales protegidas tanto privadas como provinciales y nacionales, sumando refugios de medianas a pequeñas superficies, le darían el marco formal necesario para que estos bosques silvestres sobrevivan.
Analizando los casos expuestos, la pregunta que surge es ¿ Con cuánto tiempo contaremos para concretar este sistema de reservas antes que sigan desapareciendo las perlas de este rosario? En seguida, aparece otra cuestión clave: ¿quién debería coordinar la instrumentación de este emprendimiento? Por la trascendencia de estos bosques dentro del patrimonio natural bonaerense, debería ser la provincia que denominamos “el primer estado argentino” la responsable de gestar este cambio. Sin embargo, el estado actual de las escasas reservas provinciales con talares no resulta muy alentador.
Analizando dos casos concretos y recientes, podemos descifrar cuales podrán ser los tiempos y los posibles gestores.
REQUIEM PARA UN TALAR SINGULAR
Nos referimos al talar ubicado en las barrancas cercanas al Paraná de las Palmas, a la altura de la localidad bonaerense de las Palmas, al norte de Zárate. En este lugar se encuentra un bosque muy singular, incorporándose especies arbóreas propias del Monte Blanco (selva original del Bajo Delta). Entre ellas se destacan por su abundancia el tembetarí (fagara rhoifolia), también conocido por “mamica da cadela” o “teta de perra”, con gruesos aguijones crónicos sobre su tronco, y el chalchal o “KoKú” (Allophyllus edulis), de corteza rojiza y frutos muy apetecidos por los pájaros, entre ellos claro ésta el zorzal chalchalero (Turdus amaurochalinus).
El aspecto selvático de este talar, también es reconocido por las aves, estando presentes especies que en la región son características de selvas como la mosqueta común (Phylloscartes ventralis), y en alguna medida de la viudita pico celeste (Knipolegus cyanisostris).
Este relicto era visitado por importantes botánicos hace más de cincuenta años, encontrando aquí una interesante riqueza florística, ya detallada por Arturo Burkart en su clásico trabajo de 1957 sobre la vegetación del Delta.
Su destino empezó tambalearse al destruir una porción de la barranca, sólo para hacer parte de una propaganda (la de los gladiadores romanos de Mertiolate). Pero en 1993 la situación se agrava paradójicamente al comenzar de un “country ecológico”. Las advertencias en su momento elevadas por la Asociación Ornitológica del Plata y algunos técnicos de la Administración de Parques Nacionales junto a Gabriela Trupia, Directora de Medio Ambiente de la Municipalidad de Zárate, tuvieron un resultado a medias. Pues no se logró evitar que se destruyeran parte del hermoso talar de las Palmas en junio de 1994 para despejar la vista de la parte superior de la barranca…Hoy el lugar sigue sin formalizar su conservación.
NOSOTROS COMO GESTORES
Si el estado no responde para defender o, como en el caso antes descripto, para regular la conservación del patrimonio natural de la comunidad, ¿Qué nos toca por hacer?. Seguramente insistir y seguir exigiendo medidas, pero también tomar cartas en el asunto. A continuación relataremos brevemente lo realizado por la AOP en los tiempos recientes.
Preocupado por el destino de la naturaleza de su partido Miguel A. Germann buscó sin mucho éxito ayuda en organismos oficiales. Finalmente en 1995 llega a la AOP desde donde se organiza un grupo de trece voluntarios para relevar las áreas naturales de Baradero, en el extremo norte de Buenos Aires. Cinco días de campaña recorriendo seis localidades con relictos del pastizal pampeano, los talares y el Delta alcanzan un promisorio resultado. Pero la gran novedad la brinda un hermoso talar de la zona, que bien podría recibir el nombre de algarrobal por la relativa abundancia de esta especie y el magnifico porte de algunos ejemplares. Por su extensión, unos 3 Km. de barranca, y su alta diversidad biológica podría catalogarse como el mejor muestrario conocido de este bosque del norte bonaerense.
Los resultados del relevamiento se elevaron a las autoridades municipales y fueron la base para realizar charlas en la región y en la sede de la AOP, publicar artículos técnicos y de difusión y comunicar esta información en reuniones científicas como las Primeras Jornadas Nacionales de Defensa y Preservación del río Paraná (Villa Constitución, Santa Fe) en 1995 y las argentinas de Ornitología (Buenos Aires) y de Botánica (Mendoza) durante 1996.
La AOP gesta así un modelo que podría repetir en otros partidos, el cual podría tener como segundo aporte para facilitar la instrumentación de las reservas resultantes el asesoramiento sobre educación ambiental; diseño de carteleria básica y folletos, cursos de capacitación de guías locales, etc.
FINAL ABIERTO
Si analizamos las reservas naturales con talares, observaremos que son pocas y la superficie ocupada por este bosque es en general pequeña (ver Biodiversidad y Conservación). Cabe destacar que están pendientes varias gestiones que involucran la conservación de talares, como la instrumentación del Parque Costero Sur, que fue declarado Reserva de la Biosfera, y la ampliación de la Reserva NaturalOtamendi, manejada por la Administración de Parques Nacionales Abarcando tres kilómetros de barranca hacia el norte, terreno fiscal que tiene los resto de la única construcción original de la antigua estancia del Ingeniero Rómulo Otamendi. Por otro lado, aunque sólo amparen ejemplares aislados del talar, debemos considerar de importancia educativa en esta reseña casos como el Museo Municipal en la Quinta de Pueyrredón, con el algarrobo centenario y chañares de buen porte, o el Parque evocativo Guillermo E. Hudson en Florencio Varela, con un viejo y enorme tala.
La constitución de un rosario de pequeñas reservas con talares, brindaría un principio de solución a la preocupante degradación de estos bosques. Así se podrían amparar los distintos tipos.
Conociendo el contexto de lo ocurrido durante este siglo con los talares, lo que está sucediendo en la actualidad en Las Pampas resulta claramente un paso más de un camino que conduce hacia el olvido de este bosque. Tal vez lo llamativo de este hecho, por no decir lo más dramático, es la facilidad con que ocurre.
Si la pérdida de uno de los últimos encantos silvestres de la región más transformada de Argentina, sucede antes la pasmosa pasividad de sus pobladores, será tal vez un buen momento para analizar hacia donde apunta ese despertar de la “conciencia ecológica” que tanto se ha repetido en los últimos tiempos.
Que talar sea una encantadora formación natural o simplemente un verbo que encarna el desmonte del planeta es una crucial elección que depende de todos nosotros.
BIODIVERSIDAD Y CONSERVACION
El sector al norte de la ciudad de Buenos Aires posiblemente sea el área prioritaria donde actuar. Allí el talar se ubica puntualmente sobre la antigua barranca del Plata o del Paraná; es el sector de esta formación con mayor biodiversidad, con bosques de 10 a 20 especies arbóreas, existiendo aún relictos con algarrobos. Aves típicas de estos talares son el barullero (Euscarhmus meloryphus), el pepitero de collar (Saltador aurantiirostris), la reinamora grande (Cyanocompsa cyanea) muy perseguida por pajareros, y la monterita cabeza negra (Poospiza melanoleuca). La Reserva Natural Otamendi y el Refugio Privado Talar de Belén protegen pequeñas muestras de estos bosques. La mitad austral de los talares está caracterizada por el mayor predominio del tala junto a otras tres especies de árboles: el sombra de toro (Jodina rbombifolia), el molle (Schinus longifolius) y el coronillo (Scutia buxifolia). Aquí ya no está presente en forma natural el ombú (Phytolacca dioica), como sucede en los talares del norte, pero aparece un hermano menor endémico de la zona: el ombusillo (Phytolacca dioica). Entre las aves características de estos talares podemos mencionar a la tacuarita azul (Polioptila dumicola) y el pitiayumí (Parula pitiayumi). Los Parques Provinciales Campos del Tuyú, de la Fundación Vida Silvestre Argentina, y el ya mencionado Parque Costero del Sur, sin instrumentar y que involucra a la Reserva Privada Elsa Shaw de Pearson, tiene muestras de los talares de esta zona, aunque con dispar implementación. Como se aprecia, por su escasez y su exigua superficie las actuales reservas no garantizan la protección de muestras viables de este peculiar ambiente y se impone el diseño de una estrategia que compile la información dispersa y organice los relevamientos faltantes, priorizando acciones y gestiones para su correcta salvaguarda.
martes, 12 de mayo de 2009
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